La doctora que le atendió minutos después del crimen ha asegurado en el juicio que incluso le llamó la atención su cara: «era muy inexpresiva, con un gesto de demasiada tranquilidad»
El hombre acusado de asesinar a su exmujer en 2019 en Fuengirola tras asestarle 64 puñaladas e intentar matar a su hijo de 16 años no sufre ningún trastorno que le anulara su capacidad de entender y comprender lo que había realizado, según los especialistas.
El juicio popular comenzó este lunes en la Audiencia Provincial de Málaga y el acusado se enfrenta a una petición fiscal de 34 años de prisión por un delito de asesinato con la circunstancia de alevosía y ensañamiento y homicidio en grado de tentativa a su hijo.
Tras cometer el crimen el procesado dejó a su mujer encerrada en la vivienda para dificultar la posibilidad de que la víctima pudiera ser auxiliada y huyó en su coche, según el escrito de las acusaciones, que destacan que cometió los hechos con alevosía y ensañamiento.
Su defensa desde que ha comenzado el juicio ha intentado defender que su cliente cuando ocurrieron los hechos tenía anuladas sus facultades y por tanto no sabía lo que hacía, pero ninguno de los peritos que han comparecido este miércoles han avalado su tesis, todo lo contrario.
«Orientado, coherente y sin ninguna alteración», es como lo han descrito los médicos que lo atendieron horas después de cometer el crimen: «tenía sus facultades normales, no tenía alteradas sus capacidades intelectivas o volitivas y su exploración fue normal».
La doctora que le atendió minutos después del crimen ha asegurado que incluso le llamó la atención su cara: «era muy inexpresiva, con un gesto de demasiada tranquilidad»; algo que mantiene en el juicio cuando fija la mirada a todas las personas que declaran sin expresar pena ni arrepentimiento.
Esta mañana también han comparecido varios médicos que han destacado que el acusado no ha permitido y se ha negado reiteradamente a ser evaluado por los forenses del Instituto de Medicina Legal a efectos de determinar su imputabilidad y que solo ha permitido un estudio psiquiátrico de parte.
Respecto a la víctima han indicado que sufrió múltiples puñaladas en el tronco, brazo, piernas, cara (la mayoría) y cuello y que además tenía al menos diez heridas defensivas, lo que determina que intentó defenderse pero el ataque al ser sorpresivo y violento no pudo huir.
Además le seccionó ambas venas yugulares lo que unido al resto de lesiones provocó un sangrado activo y sufrió un shock hipovolémico posthemorrágico que le causó la muerte en un espacio no superior a los cinco minutos una vez finalizada la agresión.
El crimen fue cometido el 12 de enero de 2019, sobre las 18.50 horas, cuando el procesado acudió al domicilio de su expareja y entabló una discusión con ella cuando se encontraban en la cocina de la vivienda. En un determinado momento, «de forma sorpresiva» se dirigió a ella con un cuchillo de cocina y comenzó a apuñalarla.
El hijo estaba en el interior de su habitación, con la puerta cerrada y los cascos puestos pero en un determinado momento escuchó los gritos de su madre y al llegar la vio en el suelo sobre un charco de sangre; el acusado la sujetaba por los brazos y las piernas mientras la acuchillaba reiteradamente.
Cuando el menor intentó auxiliar a su madre, el padre impulsado por el ánimo de matar a su hijo le asestó dos cuchilladas en el cuello, a la altura de la vena yugular, si bien el joven pudo esquivar el ataque y «preso del pánico» abandonó la vivienda gritando y pidiendo ayuda.